Lo esperaban hacía una semana, llegó por la tarde, a la hora de comer. Ansiosa la chiquilla lo vio llegar a través de la ventana y luego se refugió en su cuarto, no quería que la viera toda desarreglada. Se llamaba Bernardo, era un muchacho de unos veinte años, de cara alargada y tostada, miembros largos y tonificados, que se notaban incluso por encima de su traje. Tenia instrucciones precisas de satisfacer a sus nuevas dueñas, y eso le agradaba: encantarlas con sus modales educados, su sonrisa amplia y su gran desplante. El creía que todo era parte de su personalidad e inteligencia, claro, estaba previsto que así fuera. Al cabo de un rato llego el mayordomo de la casa, lo recibió frío, insensible, pensó. Le mostró su habitación y lo condujo al cuarto de la niña, en donde pasaría la mayor parte del tiempo, satisfaciendo a la señorita, le habían dicho.
Hacía unos años que todo había cambiado, nadie supo el porque, ni el como, pero las cosas tomaron un rumbo insospechado, "macabro", hubiesen publicado los periódicos e informado en la televisión, si hubiesen advertido de alguna forma, en lo que la alta sociedad estaba invirtiendo. En los altos círculos solo se hablaba de preservar la humanidad,”preparación para alguna catástrofe” era el lema.
La niña lo vio y sintió que ya lo conocía, que no era la primera vez que estaban juntos, sentía que solo era el reencuentro con un viejo compañero. Obviamente esto estaba previsto, ese amor tan impetuoso que años mas tarde se profesarían estaba perfectamente calculado, desde hacía largo tiempo. Pronto se le integró en los negocios familiares, de una manera sutil se le fueron entregando responsabilidades, incluso viajo por Europa y Asia realizando grandes negocios e intensificando las grandes ganancias de su nueva familia. Incluso tuvo la oportunidad de pasear junto al señor Bernardo, y compartir junto a él toda una tarde. Encuentro totalmente necesario, según los expertos, para acostumbrar al muchacho a la tarea que le sería asignada. De a poco, decían, debía ir comprendiendo su importancia en lo que le esperaba.
Al finalizar el cuarto año de su permanencia en la casa, el señor cayo gravemente enfermo y ya no salió de su habitación, tres meses después los amigos inundaban la casa dando el ultimo adiós al que había sido un incondicional, había muerto exactamente, y de acorde a los previsto, a los 60 años de edad.
Luego de esto, el muchacho debió hacerse cargo completamente de los negocios de la familia, ya no debía consultar a nadie para tomar decisiones tenia la responsabilidad de una de las fortunas mas grandes del planeta y sin embargo parecía haber nacido para administrarla, y por qué no decirlo, acrecentarla.
Cuando Bernardo cumplió 40 años era completamente feliz, tenia todo lo que deseaba en la vida, amaba a su esposa y ella también lo amaba a él, tenia amigos por montones y gozaba de una salud excelente. La señora había muerto hacía unos años, pero eso no le había afectado, pues apenas le había conocido, ella siempre fue como un fantasma que deambulaba por la casa. Un día le avisó su asistente que alguien le esperaba en el salón de la casa, -un abogado- alcanzó a decir cuando ya el hombre se levantaba y estiraba la mano para saludarlo. Tranquilamente fue detallando el motivo de su visita, palabra a palabra fue desmadejando el hilo de la historia, que por increíble que pareciera, probaba con papeles, notas en periódicos, grabaciones en video y todo un arsenal de pruebas. La entrevista con aquel hombre le pareció sinceramente interminable, al cabo de dos horas su mente trabajaba a cien millas por hora y no dejaba de formular preguntas que una a una, metódicamente, eran respondidas por el abogado. Le explicó que hasta ahora todo iba según lo esperado, no se notaban anomalías en su personalidad y que todo el proceso continuaba sin contratiempos, que no se preocupara pues
Luego se esta visita, ella no pudo soportar que su esposo no hiciera nada por liberarlos de su destino y se refugió en el silencio, él para no ver la tristeza en la cara de su esposa, se dedicó tiempo completo a los negocios y muy rara vez visitaba su casa. Unos años mas tarde llego la niña, contaba 8 años y ya había sido instruida en sus labores como nueva habitante de la mansión. La señora la quiso como a una hija (¿Cómo no hacerlo?).
Ocho años después el nuevo Bernardo Cemprin ocupaba su puesto en la casa, el quinto ciclo de los Cemprin se había cumplido con éxito. Ahora, los expertos, solo necesitaban al viejo Bernardo para que pasara una tarde con el muchacho. Mientras el mundo científico se maravillaba con su obra, que había demorado poco más de un siglo de trabajo. Ni dios con sus inútiles religiones ni los hombres con su psicología y buena voluntad, a través de los siglos, habían logrado lo que ellos en cien años.
2 comentarios:
K buen cuento, amigo mio. De veras k me sorprende, no tu nivel imaginativo ni creativo, sino la calidad del texto. O yo estoy cada vez mas presto a leer o el texto esta configurado de tal manera k te envuelve. Logra lo k todos los creadores kieren (segun mi opinion), abrir la imaginacion del lector para k pueda visualizar a su manera el relato. Al menos a mi me pasa eso al leer tus inspiraciones (como bien le llamas tu), logro imaginarme en los escasos pero contundentes parrafos del cuento, toda una historia, que si bien es corta, cuenta con un tras fondo que hace pasar desapercibido la duración del cuento. Es como contar la parte central de una historia, contarla de tal forma k no es necesario relatar el principio ni el fin, por k se deja entre ver.
Leo...de verdad muy bueno todos los cuentos...en realidad este fue el ke mas me llamó la atención.
No sabia ke te gustaba escribir, y ke dedicabas tiempo a eso, me alegra, me gusta, creo ke es una manera de abrir una ventanita de tu alma...asi le das un espacio a los ke te conocemos de navegar un poko en tu mundo interior...
Ojalá sigas haciéndolo...
Un besito, Angy
Publicar un comentario